viernes, 3 de octubre de 2014

CUENTO SOBRE EL RESPETO A LOS DEMÁS

LA MATARRAYA ALTIVA


Érase una vez una mantarraya que siempre paseaba sola en el mar, siempre majestuosa, siempre altiva, pero siempre sola, todos los animales acuáticos la veían pasar y no podían dejar de ver toda esa majestuosidad, esa belleza, esa altivez que hacía a las demás mantarrayas y animales marinos no darse el valor de acercarse a ella.
La mantarraya estaba tan acostumbrada a ser admirada que se olvidó de ser humilde y siempre pensaba que los demás animales marinos no estaban a su altura, por lo que los ignoraba e incluso los hacía menos con comentarios hirientes respecto al aspecto que tenían:
- Ese pez globo es muy espinoso, y ese tiburón demasiado narizón y el delfín tiene una frente muy grande, y la ballena es muy gorda. – Decía
A todos los animales les encontraba algún defecto, incluso a las demás mantarrayas diciendo:

- Sus aletas son muy pequeñas o sus colas demasiado cortas

Siempre tenía palabras de desagrado para los demás.
Un día la mantarraya se quedó atrapada en una red bastante tiempo y creyó que alguien la buscaría y la ayudaría, pues se sentía amada por todos. Los animales marinos pasaban por delante pero nadie se acercaba a la mantarraya, acostumbrados a que ella solo los insultaba. Ella se sentía demasiado orgullosa para pedir ayuda, de pronto la mantarraya que ya estaba muy lastimada y débil dijo en voz baja:
- Sé que no tengo derecho a pedirles ayuda y ustedes no tienen obligación de dármela, pues me he portado muy mal con ustedes, ahora moriré por mi comportamiento.
Un delfín que iba pasando la escuchó y se apresuró a pedir ayuda a los demás animales, pronto llegó el tiburón que rompió la red con sus filosos dientes, el delfín con su frente pudo ayudar a sacarla del fondo pues la mantarraya estaba muy débil y la ayudó a subir a la superficie. La mantarraya estaba tan contenta que aún estando tan débil comenzó a dar esos saltos que les encanta dar de alegría a las mantarrayas. Mientras, los animales marinos se acercaron para darle alimentos y que se pusiera fuerte, la mantarraya entonces entendió que todos necesitamos de los demás y que siempre hay que intentar ver a los demás con sus virtudes y no con lo que nosotros creemos que sean sus defectos, pues cada quien es valioso tal y como es.

FIN

CONCLUSIÓN: Nunca te creas más ni mejor que nadie, cada uno es especial tal y como es.
VALORES DEL CUENTO: la humildad y el respeto a los demás.

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