Sonreímos cuando nos sentimos contentos, pero también nos
sentimos más contentos cuando sonreímos: este es el efecto de la sonrisa. Según Paul Ekman, las personas que sonríen
de manera genuina, aumentan sus posibilidades de éxito, en su vida laboral y
familiar. Pero lo más interesante es que el simple movimiento de
los músculos implicados en la expresión de una emoción, son suficientes para
que en el cerebro se activen las áreas correspondientes a esa emoción. Varios estudios han demostrado que sonreír con
frecuencia nos hace más felices, y además activa regiones cerebrales
relacionadas con sentimientos y emociones positivas, y este efecto funciona
seamos o no seamos conscientes de esa sonrisa.
En
un estudio, el psicólogo Fritz Strack (1988) pidió a dos grupos de personas
que observasen unas tiras cómicas y dijesen si les parecían divertidas y lo
felices que se sentían. Mientras las observaban, al grupo A se le pidió que
sostuviese un lápiz entre los dientes, asegurándose de que no les tocase los
labios. Al otro, que sostuviesen el extremo del lápiz con los labios, no con
los dientes. Sin darse cuenta, los del grupo de los dientes se veían obligados
a sonreír, mientras que los de los labios tenían que fruncir el ceño. Los
resultados revelaron que los participantes tendían a experimentar la emoción
asociada con sus expresiones. Los que tenían que sostenerlo con los dientes, y movían los mismos músculos que en la sonrisa, se sentían más
felices y consideraban más divertidas las tiras cómicas que los que tenían que
fruncir el ceño. Otros estudios han demostrado que el aumento de felicidad no
desparece en cuanto se deja de sonreír, si no que afecta positivamente a varios
aspectos del comportamiento, incluida una interacción más positiva con los
demás y la capacidad de recordar mejor los acontecimientos felices de la vida.
En
un curioso experimento de J.D. Laird
(2007) se les pidió a dos grupos de personas que sumasen una lista de números. Mientras lo hacían, al grupo A se le dijo que
frunciese el ceño (concentración), y al grupo B se le pidió que esbozase una
leve sonrisa (alegría). Este sencillo movimiento facial tuvo un efecto
sorprendente: lo que fruncían el ceño evaluaron la dificultad de la tarea como
mucho más difícil y estaban convencidos de haber realizado un gran esfuerzo y los sonrientes evaluaron la tarea como mucho más sencilla.
Los psicólogos
L. Harker y D. Keltner investigaron los efectos a largo plazo de la actitud risueña.
Analizaron fotografías de mujeres a los 21 años y las compararon con otras
realizadas a lo largo de 30 años, para poder ver si las mujeres que “posaban”
de forma sonriente coincidían en tener una personalidad positiva. Concluyeron
que quienes parecían mostrarse contentas en las instantáneas, lo estaban
realmente porque puntuaban más alto en bienestar psíquico.
Parece que no llegamos a ser
conscientes de los grandes efectos que causa en nosotros y en los demás
sonreír. Así que…comienza el día con una sonrisa, da igual si te apetece o no,
sonríe y la vida te sonreirá :)
“Las sonrisas tienen una ventaja por
encima de todas las otras expresiones emocionales: el cerebro humano prefiere
rostros felices, los reconoce más presta y rápidamente que aquellos con
expresiones negativas, un efecto conocido como: la ventaja del rostro feliz”.
Daniel
Goleman
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